Soy más viejo que mi padre y que mi abuelo
Celso Japiassu, Una cosa y otraHoy, soy mayor que mi padre. Y creo también mayor que mi abuelo. Cuando era niño siempre los veía como personajes en un mundo diferente al mío, el mundo de los adultos, y más que eso, el mundo de la antigüedad. Después de su muerte, veo que he llegado a una edad que ellos no alcanzaron. Soy más viejo que mi padre y mi abuelo.
A veces me siento como dos viejitas de un cuento inglés que leí hace mucho tiempo en el que una se preguntaba, decepcionada mientras tomaban té ¿entonces era solo eso? ¿La vida se resumía solo a lo que ellas habían vivido? ¿Nada más? Otras veces me encuentro en la misma situación de Luis Buñuel quien, ya viejo, dijo que el sexo es un problema solo para los piensan en él. Cuando uno no piensa más en el sexo, él deja de interferir en nuestras vidas. Y llegó a la conclusión de que si esto hubiera ocurrido cuando tenía cuarenta años, su vida habría sido completamente diferente.
Porque es así: en la mayor parte de nuestras vidas, solo pensamos en el sexo. Vivimos, dormidos o despiertos, motivados por el sexo y muchas de nuestras acciones son controladas por esta pulsión. Cuando el sexo ya no es la principal motivación en la vida, hay una cierta sensación de libertad, la idea de que nos gusta el placer sexual en toda su intensidad y en realidad no estamos esclavizados por él.Lo curioso es que mientras los demás me ven como un hombre viejo, no me siento viejo. Tengo las mismas perplejidades que siempre tuve sobre la vida y soy capaz de repetir los errores que juré no volver a cometer. Los dolores emocionales me persiguen, causados por los fracasos de la vida. El más grande de ellos es haber visto desaparecer a tantos amigos queridos.No logro imaginármelos muertos. Recuerdo lo que dijo José Américo de Almeida, después de cumplir noventa años, lo más difícil es la soledad de la vejez, cuando todos sus contemporáneos han desaparecido y uno queda solo.
En el momento en que tuve la idea exacta de que había llegado el momento y me acercaba a la vejez, yo venía por la acera de Nossa Senhora da Paz en Ipanema, y una joven y bella mujer que caminaba en la dirección opuesta me miró con atención. Yo pensé: "Creo que está interesada", pero cuando quedamos uno frente al otro se me acercó y preguntó: "Señor, usted no es el padre de Fernanda? "Yo tenía poco más de cuarenta años. Intercambiamos unas pocas palabras amables y seguimos nuestro camino, pero una nueva conciencia me asaltaba: de que tal vez yo ya no fuera el joven que atrae miradas por la apariencia o por los gestos.
Con el paso del tiempo, uno llama menos la atención de los demás, hasta que se vuelve prácticamente invisible. Los viejos pasan desapercibidos, nadie los mira, ni siquiera los demás viejos, tan invisibles como uno. Esto lo hace a uno más libre, porque nadie se va a dar cuenta de si uno se comporta de un modo extraño, hablando solo, mete el dedo en la nariz, se rasca los genitales o escupe en el suelo.
Tal vez esto es lo que causa la sensación de soledad de que algunos viejos se quejan, más que vivir solo. No ser percibido. Las personas que toda su vida fueron muy alegres, que siempre han vivido juntas, tienen una cierta incapacidad para estar a solas y mayores tienden a ser ancianos deprimidos y huraños.No entienden que la soledad es propia de la condición humana y, a veces puede ser creativa, incluso divertida.
La contradicción que percibo en mi experiencia personal, como he dicho, es que los demás me vean como un hombre viejo, pero no me siento un anciano. Por supuesto que no tengo todas las capacidades físicas de los jóvenes. Ya no soy capaz de correr kilómetros y subir o bajar escaleras golpeando, como hacía antes. Hay una clara disminución de la fuerza física, me doy cuenta de que la musculatura se vuelve flácida, por lo que es importante para alguna actividad física y un poco de gimnasia, pero el tono muscular nunca volverá el tono antes, pero le ayudará a cruzar.
No es tan fácil de caminar en línea recta, los pies no se alejan mucho de la tierra, lo que puede provocar tropiezos y, si no se tiene cuidado, se cae en la calle. Me doy cuenta de que he estado en pequeños pasos, con el cuello ligeramente hacia delante, el pecho y la pelvis ligeramente doblados, lo que me debe dar, supongo, un cierto aire de viejo perezoso. He perdido casi todo el pelo, me sorprende la facilidad con que el pelo me crece en los oídos, la nariz, y de acuerdo con otro viejo, amigo mío, en el trasero. Hay una pérdida apreciable de memoria para cosas como nombres, palabras, lugares donde se guardaban los objetos.
El mejor espejo en el que se puede ver es la cara de un viejo amigo. Cada vez que me sorprendo por los cambios en una persona que no veo desde hace unos años, pienso que él o ella están experimentando la misma sorpresa que yo. Porque ambos hemos envejecido. Es extraño encontrar las hermosas mujeres que conocimos jóvenes, convertidas en ancianas. Una de ellas, que no había visto hacía mucho tiempo, parecía una ruina. Y yo le causé a ella una impresión peor: no se contuvo y me dijo: "¿Qué te pasó? Eras un niño tan hermoso ... ". Yo le contesté que "fue el tiempo, que te trató mucho mejor que a mí". Le gustó el cumplido y respondió "Es que yo me cuido", sugiriendo que yo también debería cuidarme.
Creo que algunas mujeres consiguen lidiar más o menos bien con el paso del tiempo; recurren a la cirugía plástica, rejuvenecen internamente y algunas se visten y se comportan como si aún fueran la mujeres jóvenes que un día fueron. Otras, más conscientes, temen el ridículo y prefieren enfrentar al mundo, el de ellas y el de los demás, como es realmente: lleno de transformaciones, cambiable, imprevisible y sorprendente.
Pero tal vez la vejez es más intolerable para los hombres. He visto a amigos de juventud, algunos de ellos que en el pasado resistieron a la dictadura con valor, convertidos en viejos conservadores, reaccionarios radicales en la política y la vida. Se niegan a cambiar, adoptan actitudes negativas ante todas las cosas. Abominan lo nuevo, desprecian a la juventud de hoy. Prefieren una vejez llena de angustia e incomprensión.
No me pregunto si la vejez es buena o mala, ni si me siento feliz o infeliz por envejecer, porque es simplemente una condición de la existencia. No te pongas viejo está muriendo, como ya se ha definido el viejo clisé: "ser viejo no es tan malo, considerando la alternativa.
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